Últimamente se oyen muchas voces de protesta de escritores que ven sus obras descargadas ilegalmente. Quizás por eso me tomaron por loca cuando decidí publicar en papel Atrapada en otra dimensión después de tenerlo durante tanto tiempo en descarga gratuita. Tanto más cuando decidí que la descarga siguiera siendo gratis, para permitir el acceso a ella a todos los lectores que no pudieran costearse el libro físico. Tantas veces escuché la frase "¿Y quién va a comprar tu libro si puede tenerlo por nada?" que yo misma llegué a repetirla. Eso, por no hablar de las reticencias que ha despertado siempre esta extraña historia en los potenciales lectores que, una vez vencen los prejuicios, la disfrutan como enanos.
No obstante, tras una larga investigación (ya sabéis que me gusta investigar para minimizar el riesgo), todos mis sondeos hicieron pesar dos argumentos:
1.- Hay un amplio público que no tiene acceso a internet. Sí, mi target es juvenil, pero los libros juveniles no sólo lo compran jóvenes que descargan cosas en internet, sino también algunos jóvenes (y no tan jóvenes) que sienten predilección por el libro en papel, por no hablar de los padres/abuelos/amigos que no saben qué regalar y se van a la librería o, incluso, de colegios que quieren incentivar la lectura (¿y qué mejor que un libro corto, cercano, divertido y con mucha acción para ello?).
2.- Mucha gente (yo incluida) descarga los libros y, si le gustan, los acaba comprando en papel.
Así que decidí hacerlo. Ahorré durante meses y me lancé a la piscina a pesar de todo. ¿El resultado, dos meses después?
- Una maravillosa difusión por toda la blogosfera (muchísimas gracias a todos), tanto de bloggers que conozco como bloggers que se adhirieron espontáneamente, aunque no les llegó la nota de prensa.
- La difusión también se extendió por las redes sociales y muchas personas decidieron descargar el libro y compartirlo en sitios como taringa... con un comentario muy positivo, lo que hizo que el libro se extendiera por la red de forma viral.
- Una cifra de descargas absolutamente abrumadora (tantas en un par de meses como en todo el tiempo en que había estado en la red sin soporte físico), sin contar las que no puedo "controlar" por estar compartidas en cuentas de otras personas.
-Casi medio millón de resultados cuando buscas Atrapada en otra dimensión en google (una cifra bastante envidiable para el primer libro de una autora desconocida y sin editorial)
- Viajera interdimensional tiene muchos más seguidores de los que había llegado a imaginar, y unos cuantos se han suscrito por mail.
- Tres veces más mensajes de lectores comentándome el libro (sorprendentemente, todos muy positivos), por no hablar de comentarios en mis blogs y redes sociales...
- Unas cuantas reseñas (todas positivas, también).
- Un montón de mails de interesados en el libro, en si habrá presentación... También muchos americanos se interesaron, aunque el precio se les dispara un poco demasiado.
- Todas las librerías a las que acudí, menos una, aceptaron tener el libro en sus estantes a pesar de que les advertí de la descarga gratuita.
- Y, lo más importante, la primera edición HA VOLADO, a pesar de que el libro no salió cuando tenía que salir y perdió unas cuantas compras impulsivas navideñas. Quedan muy pocos ejemplares y la segunda va por el mismo camino.
- Curiosamente, más de la mitad de los pedidos por internet eran de gente que ya se había leído el libro electrónico.
En definitiva, en esa fase de mi carrera literaria, en mi caso particular, la libre descarga me hizo más bien que mal, especialmente siendo una autora novel con un libro que es cuanto menos arriesgado, tanto en contenido como en formato.
ACTUALIZACIÓN:
Pero claro, luego llegaron los problemas. Primero, me piratearon el libro que estaba regalando. "Qué más da, si lo regalabas", me preguntaban algunos. No da igual si piensas que yo no ganaba nada y que un sinvergüenza sí. Que ya no obtenía la única recompensa que pedía: saber cuánta gente lo leía. Que cambiaban el formato y algunas veces la transformación se llevaba palabras y acentos. Que, en definitiva, se dejó de respetar mi trabajo. Y fue en ese momento cuando dije basta. Porque, como con todo, las situaciones cambian y, a veces, lo que en un principio te beneficia puede llegar a perjudicarte.