lunes, 19 de julio de 2010

fotografiando Esmtezlia

boosterblog





Al igual que en escribolee, no me lo tengais en cuenta... tengo que hacer esta entrada para inscribir el blog en la página.

jueves, 24 de diciembre de 2009

felices fiestas


Feliz Navidad a todos, y espero que tengáis un buen año nuevo. Muchas gracias por seguir este blog, soy consciente de que es una auténtica paranoia mental (mucho más que escribolee) y que no siempre resulta fácil... pero ojalá disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo (y pensar que hubo un tiempo en el que me planteé cargarme a Diana y a todos sus compañeros...).
Voy a intentar actualizarlo de vez en cuando estas fiestas, pero no prometo nada: primero porque el 8 de enero empiezan los exámenes, segundo porque trabajo todos los días (ni en Navidad me libro) y tercero porque en mis días libres tengo compromisos por todas partes. Pero aun así lo intentaré.

NOTA: La ratoncilla, Deborah Libros, es mi nuevo avatar literario (como en los mangas, sí lo sé, es una frikada más que añadir a mi lista), ya la presentaré más adelante en escribolee.

viernes, 6 de febrero de 2009

Nota de la autora: me tomo un respiro

Tengo muchos proyectos en mente y muy poco tiempo para ello, así que, en vista de la gran cantidad de visitas que recibe este blog, he decidido que es la única cosa que puedo descartar sin decepcionar a demasiada gente.

Si eres seguidor del blog, lo siento en el alma. Tenía grandes esperanzas con viajerainterdimensional, pero la cosa no funciona. Así que me voy a tomar un mes sabático (quizás algo más) para poder centrarme en otras cosas y luego, si veo que el número de visitas de este blog ha logrado un nivel razonable en ese tiempo de descanso (pongamos 6 visitas en un mes, que no es mucho pedir, pero me conformo), Diana sobrevivirá a las hadas vampiro. Si no, lo siento por ella, pero se acabó su historia... y su vida.

De todas formas, si te gusta esto, sigo con mi otro blog, escribolee.blogspot.com

viernes, 7 de noviembre de 2008

un problema de los viajes a pie: dolor, dolor

Día 5: ¡ay de mis pobres, pobres pies!

El día ha empezado con enormes agujetas. Y los malos comienzos, chungo. El suelo sigue siendo el último lugar en el que se me ocurriría dormir, y, por desgracia, el único lugar en el que puedo hacerlo. El caso es que el día, encima, amaneció nublado. Vamos, un horror. Pero bueno.
Caminamos a buen ritmo a pesar de mis dolores, y me negué en redondo cuando Alexander se ofreció a llevarme a cuestas. Soy demasiado orgullosa para eso, y, siendo sincera, ya tengo un calentón considerable manteniéndome a una distancia prudencial de mis sexys compañeros de viaje (mejor no hablemos de lo que supondría ir encima de uno). Además, ¿qué se han creído? ¿Qué soy un fardo?

Le he preguntado a Robert dónde aprendió tanto sobre este mundo y él me ha explicado que su ancestro vampiro, el que empezó todo cayéndose a mi adorada Tierra (nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y pensar que nos estamos cargando el planeta) creó un libro en que lo contaba todo antes de esconderse de los Fríos y desaparecer del mapa, y que ese libro, más o menos, ha ido rulando de vampiro en vampiro desde entonces. Aunque claro, pocos son los vampiros a los que se les ocurre leerlo o estudiarlo. Le he hecho prometer que me contará más cosas (tras insistir e insistir e insistir).

Alexander, por otro lado, se ha dedicado a darme más datos sobre vampiros. Su velocidad alcanza la de un coche (pero un coche normalito, no un monstruo de esos que pueden ir a velocidades inmensas), pero si hay alguna urgencia, en distancias cortas pueden moverse increíblemente rápido (¿Cuánto? No tiene ni idea, aunque yo tampoco tengo idea de a qué velocidad vamos los humanos). Al parecer, los vampiros duermen, pero no necesitan hacerlo diariamente, y si se les fuerza a ello, pueden aguantar despiertos casi un mes. Con las comidas, aguantan también lo suyo, y siempre depende todo del gasto de energía que realicen (evidentemente, si se ponen a correr a velocidad de coche mucho tiempo, tendrán que comer mucho más que si van por la vida como si fueran humanos).

Como ya llevo tres días aquí, he empezado a acostumbrarme y a divagar mentalmente cuando empiezan esos silencios que se hacen de vez en cuando (por suerte, a ninguno de los tres nos gusta llenar el silencio con frases vacías, banales y sin sentido) y he empezado a plantearme qué es lo que quiero ver en este mundo. Haré una lista de cosas y se la leeré a Robert para ver si es posible hacer algo de turismo mientras viajemos a Esalrtes.

En una de mis divagaciones, me distraje lo suficiente para meter el pie en un charco apestoso y tuve que quitarme las botas y limpiarlas. Como estaban mojadas, Robert, que es muy mañoso, me ha hecho un apaño con hojas y la corteza de un árbol (me daba palo pedirles que fueran caballerosos y me dejaran sus zapatos, no es plan ser tan egoísta, por muy vampiros superresistentes que sean, dado que la culpa ha sido mía) hasta que se secaran y ahora tengo un dolor de pies impresionante.

Alexander me ha dicho hace un rato que llegaremos a Kaiopksuhnm mañana a mediodía. Por un lado me alegro, por otro, no sé. Si es cierto que aquí son tan atrasados, será una ciudad como las medievales. O sea, sin alcantarillado, con muchos malos olores y mierda por todos los lados. Pero sólo de pensar que habrá un lugar con colchón (esperemos) me anima mucho.

viernes, 31 de octubre de 2008

el inicio de un largo viaje

Día 4: inicio del viaje a la ciudad de nombre impronunciable

Hoy, por fin, he comido algo distinto al pigfish, pero casi que prefiero lo de siempre, porque esa especie de animal entre conejo y perdiz (un bicho horroroso, por cierto) no sabía demasiado bien. También nos hemos puesto en camino. Si de algo me he dado cuenta hoy, es que en este mundo no funcionan las leyes de la naturaleza como en el nuestro. Las cosas son muy raras. Sin ir más lejos, nada más ponernos en camino vimos un árbol con patas, impresionante, pero no es un ser racional, como he comprobado cuando he intentado mantener una conversación con él y al rato empecé a escuchar las risitas de mis amigos, los vampiros (¿Cómo iba a saberlo yo, si en los libros aparecen a menudo esa clase de seres? ¡Qué decepción!). A raíz del vergonzoso incidente (porque es vergonzoso intentar hablar con un árbol) he preguntado a Robert (que parece que es el que más sabe de este mundo) qué criaturas existen en este sitio. Por suerte estaba por la labor de hablar (ya he mencionado algo sobre su gran afán conversador, creo) y me ha dicho que aquí puedo encontrar elfos, hadas, duendes, dríadas, sirenas, enanos… Vamos, de todo menos árboles parlantes.

Me cuesta admitir que mi ridículo se ha incrementado cuando he pedido una pausa para tener un poco de intimidad (no necesito dar detalles) y he acabado perdida en este maldito bosque. Por suerte, los sentidos de los vampiros son muy agudos y me han encontrado fácilmente, aunque ahora no me dejan alejarme demasiado. Casi que mejor, porque mi orientación es una cualidad nula, y si me pierdo en una gran ciudad que conozco, con sus calles rectas, cómo no perderme en un bosque.

Bueno, sigo con el día, porque empiezo a divagar. Continuamos andando sin rumbo hasta que me di cuenta de que íbamos sin rumbo. Se limitaron a mirarme con cara de cachondeo (les debo de parecer una payasa, porque siempre se están riendo de mi) y Alexander me explicó amablemente que sí que teníamos un rumbo, porque cada ciudad emite un resplandor mágico de distinto color que permite a todo ser mágico o a todo mago iniciado (no es lo mismo) saber el nombre de la ciudad y a qué distancia se encuentra del receptor de la emisión de color (vamos, que es una especie de cartelón sobrenatural que se ve a kilómetros de distancia). Nos dirigimos a Kaiopksuhnm (impronunciable) porque es el resplandor más cercano y porque a lo mejor logramos que nos admitan en una caravana que vaya hasta Daoles, ciudad portuaria donde podremos coger un barco para llegar al continente donde está Esalrtes. Para situarnos: el continente en que estamos se corresponde con Europa y vamos a América. Más concretamente, estamos en el norte de Italia y debemos ir al oeste de Francia a coger un barco a Charleston (EEUU) para llegar a Atlanta. Todo esto ANDANDO.

Cuando le pregunté a Alexander cómo sabía tanto me dijo que se lo había contado Robert. Y cuando pregunté a Robert, me miró como indignado y se limitó a responder que porque ha estudiado. Me tuve que tragar el preguntarle dónde ha estudiado esa clase de cosas, porque me dio la sensación de que ya había agotado su cupo diario de conversación. Pero me he prometido a mí misma que le sacaré más cosas.

Bueno, por lo menos Alexander (¿he dicho ya lo increíblemente guapo que es?) sí me dio conversación y me enteré de que, a mi ritmo, llegaremos a la ciudad dentro de dos días. A mi ritmo, já, como si yo fuera pisando huevos. Entre las comidas, mis momentos de intimidad, mi conversación con el árbol y que me he perdido, nos hemos retrasado sólo dos horas. Aunque ahora que lo pienso, en teoría los vampiros son increíblemente rápidos. ¿Qué velocidad alcanzarán? Se lo preguntaré mañana a Alexander (me reservo a Robert para las preguntas sobre Esmtezlia) pero ahora me voy a dormir, que menudo día.

sábado, 25 de octubre de 2008

respuestas básicas para la extraña situación

Día 3: Alguna que otra respuesta
Esta mañana, después de dormir muy, muy mal (daba igual dónde, siempre había una raíz o una piedrecita en medio clavándose en mi cuerpo, por no hablar de la falta de almohada), me ha despertado el olor del pigfish (como me he tomado la libertad de llamar al pez con sabor a cerdo que parece ser el único alimento aquí), que el siempre atento Alexander había cocinado para mi. No obstante, eso ha despertado mis instintos y me ha hecho preguntarme si esto no sería como en los cuentos (después de todo parezco estar en uno) y si Alexander y Robert no estarían cebándome para luego comerme cuando les diera el hambre. Siguiendo uno de mis impulsos, no pude evitar comentarles mis pensamientos. Por suerte no se lo tomaron a mal y me explicaron algunas cosillas sobre los vampiros: sí, beben sangre, pero no necesariamente hasta matar a la víctima (eso sólo lo hacen los vampiros psicópatas y malvados, según me han dicho, muyyyy tranquilizador). Además, no contagian el vampirismo sin un ritual mágico, no sufren con el sol (ya me había dado cuenta) y son casi invencibles (se necesita mucha magia para acabar con ellos, pero se les puede neutralizar, aunque no me han dicho cómo) por lo que los métodos tradicionales no funcionan. Según palabras de Robert “somos como la cúspide en la evolución del ser humano”. Vamos, que se creen Dios o algo así, aunque la verdad es que el lenguaje no verbal de Alexander decía “esto es un asco” (el lenguaje no verbal de Robert no decía nada, porque no tiene. Seguro que si juega al póker gana siempre, tiene un autocontrol impresionante).

Bueno, la cosa es que después de apaciguar mi estómago pude empezar a preguntarme ¿y ahora qué? Afortunadamente para mí, los vampiros ya han pensado en eso. Me tocó escuchar una larga explicación sobre este mundo que intentaré resumir aquí. Al parecer, este mundo siempre ha estado aquí, y, a diferencia de nosotros, ellos siempre han sabido de la existencia de la Tierra, pero mantienen el secreto ocultando mágicamente el planeta entero (¿cómo? Pues lanzando un hechizo masivo a los ojos de los terrícolas, que tiene narices). Los vampiros, como no, son naturales de Esmtezlia, pero hubo uno que “cayó” en un portal a la Tierra. Lo malo era que el vampiro estaba decidido a no quedarse solo y empezó a transformar a todo el que pillaba. Los magos de Esmtezlia empezaron a discutir sobre eso (una discusión añadida a las ya de por sí grandes discusiones sobre vampiros) y se produjo un cisma (como el cisma de occidente en la Tierra, sólo que con magos, no con curas). Unos magos (la Orden de los Cálidos) decidieron no hacer nada, mientras que otros (la Orden de los Fríos) empezaron una campaña contra los vampiros en general y ese en particular. Mataron muchos vampiros, según parece, antes que los Cálidos decidieran intervenir. Para evitar una superguerra mágica que se habría cargado este mundo (y este mundo es Esmtezlia, no en vano estoy aquí y no en la Tierra) se firmó un tratado entre las órdenes en que los Fríos (muy debilitados por su guerra contra los vampiros) se comprometieron a no matar a más vampiros a cambio de que los Cálidos les permitieran expulsar a todos los vampiros de la Tierra, porque estaban poniendo en peligro el secreto de Esmtezlia. Y así es como hemos acabado aquí, también es mala suerte.

Así que debemos ir hasta una ciudad llamada Esalrtes (como no sé escribir ninguna de las palabras raras, las voy a escribir como me dé la gana, para eso es mi diario) donde se encuentra la sede de los Cálidos, para que nos manden de vuelta. Después de todo, el tratado no decía en ningún momento que los Cálidos no pudieran devolver a los vampiros a su planeta natal, y yo no soy un vampiro, así que tanto unos como otros me lo deben. Por desgracia, al parecer está en otro continente y aquí no hay maravillas como los coches o los aviones. Ni siquiera tienen bicis, y no conocerían ni la rueda si no fuera porque de vez en cuando un Frío viaja de vuelta a entregar los informes de vampiros a sus superiores.

Una cosa curiosa, al parecer el mapa de este mundo es exactamente igual que el de la Tierra porque son universos paralelos. Por desgracia, la precisión de los mapas de aquí no es la de los de la Tierra. Además, durante el viaje nos tomaremos la molestia de buscar al imbécil de Carlos, que se fue en la dirección que debemos tomar. No creo que nos crucemos con él, pero creo que eso descargará un poco el peso en nuestras conciencias (nota: no me arrepiento de haberle pegado, sólo de haberle dejado irse).