sábado, 24 de julio de 2010

los que no vienen al rescate

Día 137: reencuentro

Al fin Robert y yo nos reencontramos con el grupo, que había hecho un campamento permanente en un pequeño bosquecillo en cuanto contacté con Careas. Tal y como supuse, creyeron que los dos estábamos muertos y continuaron su camino en cuanto percibieron señales de los fríos en los alrededores.

Sigo pensando que no es excusa. Robert dice que, en este mundo, cada uno tiene que acarrear las consecuencias de sus decisiones y que, por ello, cuando alguien decide arriesgar su vida y no hay muchas posibilidades de salir vivo del rescate, se le deja atrás. Es una actitud muy poco noble, la verdad, aunque dudo que en este mundo existan las órdenes de caballería y el concepto del honor. Pero, incluso aceptando las costumbres de ese mundo, con eso no se explica el hecho de que Alexander fuera tan cobarde de dejar a Robert (que se sacrificó por él y con el que tiene una relación de amistad desde hace cientos de años) a merced de Melisa. Ante eso, Robert frunció el ceño y dijo que, ciertamente, Alexander es un cobarde, pero que aun así él decidió entregarse para evitar que todos sufriéramos daños y que, si yo fuera un poco más lista, también sería algo cobarde. Después de un rato discutiendo, lo dejamos en tablas y dejamos de pescar (bueno, realmente, con los gritos, no pescamos nada).

Sea por costumbre o por cobardía, lo cierto es que la actitud de Careas y Alexander (no de las bodweanas, que querían unirse al rescate suicida pero no las dejaron) ha ocasionado un distanciamiento entre ellos y nosotros que, mucho me temo, va a ser consecuencia de la ruptura definitiva de un grupo que, vamos a reconocerlo, desde que nos dejaron Prastes y Desmias y esos dos empezaron a jugar a las parejitas no está tan unido como debería. Lo que me unía más a Careas (el intercambio de conocimientos útiles) y se está acabando al no quedarle casi nada que contarme sobre las runas y al percatarnos de que la mayoría de las leyes científicas aplicables a la Tierra no funcionan en este mundo. Ahora nuestros caracteres chocan más que nunca. Alexander, para qué engañarnos, es un poco hipócrita y tampoco es que ahora le interese demasiado volver a la Tierra. Ni Alexander ni Careas se preocupan por nada, y nos dejan a Robert y a mí todas las responsabilidades (y las culpas si nos equivocamos). Con las dos bodweanas no nos llevamos especialmente bien ninguno, ya que aunque nos caen bien son demasiado impulsivas y parecen no darse cuenta de lo que pasa en la realidad, van a su bola. En cualquier caso, nos han comunicado que se aburren bastante con nosotros y que piensan abandonarnos en la próxima ciudad. Miedo me dan, esas dos son capaces de meterse en una de las ciudades completamente controladas por los vampiros.

En fin, que el grupo ya no es un grupo cohesionado, sino tres “parejas” que viajan juntas. Para colmo, la alianza forzosa que Robert y yo hemos hecho con los Fríos ha sentado fatal a Careas (cuya orden de magos está enfrentada a ellos) y a Alexander (que, aunque ahora quiera quedarse aquí, no ha perdonado a los Fríos el hecho de haberle mandado a la fuerza a este mundo), que se han enfadado con nosotros irracionalmente. “Bueno, por lo menos ellos estaban por allí cuando les necesitábamos, y no a dos días de camino”, me limité a decirles. Ahora sólo me hablan cuando es estrictamente necesario.

lunes, 19 de julio de 2010

fotografiando Esmtezlia

boosterblog





Al igual que en escribolee, no me lo tengais en cuenta... tengo que hacer esta entrada para inscribir el blog en la página.

jueves, 24 de diciembre de 2009

felices fiestas


Feliz Navidad a todos, y espero que tengáis un buen año nuevo. Muchas gracias por seguir este blog, soy consciente de que es una auténtica paranoia mental (mucho más que escribolee) y que no siempre resulta fácil... pero ojalá disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo (y pensar que hubo un tiempo en el que me planteé cargarme a Diana y a todos sus compañeros...).
Voy a intentar actualizarlo de vez en cuando estas fiestas, pero no prometo nada: primero porque el 8 de enero empiezan los exámenes, segundo porque trabajo todos los días (ni en Navidad me libro) y tercero porque en mis días libres tengo compromisos por todas partes. Pero aun así lo intentaré.

NOTA: La ratoncilla, Deborah Libros, es mi nuevo avatar literario (como en los mangas, sí lo sé, es una frikada más que añadir a mi lista), ya la presentaré más adelante en escribolee.

viernes, 6 de febrero de 2009

Nota de la autora: me tomo un respiro

Tengo muchos proyectos en mente y muy poco tiempo para ello, así que, en vista de la gran cantidad de visitas que recibe este blog, he decidido que es la única cosa que puedo descartar sin decepcionar a demasiada gente.

Si eres seguidor del blog, lo siento en el alma. Tenía grandes esperanzas con viajerainterdimensional, pero la cosa no funciona. Así que me voy a tomar un mes sabático (quizás algo más) para poder centrarme en otras cosas y luego, si veo que el número de visitas de este blog ha logrado un nivel razonable en ese tiempo de descanso (pongamos 6 visitas en un mes, que no es mucho pedir, pero me conformo), Diana sobrevivirá a las hadas vampiro. Si no, lo siento por ella, pero se acabó su historia... y su vida.

De todas formas, si te gusta esto, sigo con mi otro blog, escribolee.blogspot.com

viernes, 7 de noviembre de 2008

un problema de los viajes a pie: dolor, dolor

Día 5: ¡ay de mis pobres, pobres pies!

El día ha empezado con enormes agujetas. Y los malos comienzos, chungo. El suelo sigue siendo el último lugar en el que se me ocurriría dormir, y, por desgracia, el único lugar en el que puedo hacerlo. El caso es que el día, encima, amaneció nublado. Vamos, un horror. Pero bueno.
Caminamos a buen ritmo a pesar de mis dolores, y me negué en redondo cuando Alexander se ofreció a llevarme a cuestas. Soy demasiado orgullosa para eso, y, siendo sincera, ya tengo un calentón considerable manteniéndome a una distancia prudencial de mis sexys compañeros de viaje (mejor no hablemos de lo que supondría ir encima de uno). Además, ¿qué se han creído? ¿Qué soy un fardo?

Le he preguntado a Robert dónde aprendió tanto sobre este mundo y él me ha explicado que su ancestro vampiro, el que empezó todo cayéndose a mi adorada Tierra (nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y pensar que nos estamos cargando el planeta) creó un libro en que lo contaba todo antes de esconderse de los Fríos y desaparecer del mapa, y que ese libro, más o menos, ha ido rulando de vampiro en vampiro desde entonces. Aunque claro, pocos son los vampiros a los que se les ocurre leerlo o estudiarlo. Le he hecho prometer que me contará más cosas (tras insistir e insistir e insistir).

Alexander, por otro lado, se ha dedicado a darme más datos sobre vampiros. Su velocidad alcanza la de un coche (pero un coche normalito, no un monstruo de esos que pueden ir a velocidades inmensas), pero si hay alguna urgencia, en distancias cortas pueden moverse increíblemente rápido (¿Cuánto? No tiene ni idea, aunque yo tampoco tengo idea de a qué velocidad vamos los humanos). Al parecer, los vampiros duermen, pero no necesitan hacerlo diariamente, y si se les fuerza a ello, pueden aguantar despiertos casi un mes. Con las comidas, aguantan también lo suyo, y siempre depende todo del gasto de energía que realicen (evidentemente, si se ponen a correr a velocidad de coche mucho tiempo, tendrán que comer mucho más que si van por la vida como si fueran humanos).

Como ya llevo tres días aquí, he empezado a acostumbrarme y a divagar mentalmente cuando empiezan esos silencios que se hacen de vez en cuando (por suerte, a ninguno de los tres nos gusta llenar el silencio con frases vacías, banales y sin sentido) y he empezado a plantearme qué es lo que quiero ver en este mundo. Haré una lista de cosas y se la leeré a Robert para ver si es posible hacer algo de turismo mientras viajemos a Esalrtes.

En una de mis divagaciones, me distraje lo suficiente para meter el pie en un charco apestoso y tuve que quitarme las botas y limpiarlas. Como estaban mojadas, Robert, que es muy mañoso, me ha hecho un apaño con hojas y la corteza de un árbol (me daba palo pedirles que fueran caballerosos y me dejaran sus zapatos, no es plan ser tan egoísta, por muy vampiros superresistentes que sean, dado que la culpa ha sido mía) hasta que se secaran y ahora tengo un dolor de pies impresionante.

Alexander me ha dicho hace un rato que llegaremos a Kaiopksuhnm mañana a mediodía. Por un lado me alegro, por otro, no sé. Si es cierto que aquí son tan atrasados, será una ciudad como las medievales. O sea, sin alcantarillado, con muchos malos olores y mierda por todos los lados. Pero sólo de pensar que habrá un lugar con colchón (esperemos) me anima mucho.

viernes, 31 de octubre de 2008

el inicio de un largo viaje

Día 4: inicio del viaje a la ciudad de nombre impronunciable

Hoy, por fin, he comido algo distinto al pigfish, pero casi que prefiero lo de siempre, porque esa especie de animal entre conejo y perdiz (un bicho horroroso, por cierto) no sabía demasiado bien. También nos hemos puesto en camino. Si de algo me he dado cuenta hoy, es que en este mundo no funcionan las leyes de la naturaleza como en el nuestro. Las cosas son muy raras. Sin ir más lejos, nada más ponernos en camino vimos un árbol con patas, impresionante, pero no es un ser racional, como he comprobado cuando he intentado mantener una conversación con él y al rato empecé a escuchar las risitas de mis amigos, los vampiros (¿Cómo iba a saberlo yo, si en los libros aparecen a menudo esa clase de seres? ¡Qué decepción!). A raíz del vergonzoso incidente (porque es vergonzoso intentar hablar con un árbol) he preguntado a Robert (que parece que es el que más sabe de este mundo) qué criaturas existen en este sitio. Por suerte estaba por la labor de hablar (ya he mencionado algo sobre su gran afán conversador, creo) y me ha dicho que aquí puedo encontrar elfos, hadas, duendes, dríadas, sirenas, enanos… Vamos, de todo menos árboles parlantes.

Me cuesta admitir que mi ridículo se ha incrementado cuando he pedido una pausa para tener un poco de intimidad (no necesito dar detalles) y he acabado perdida en este maldito bosque. Por suerte, los sentidos de los vampiros son muy agudos y me han encontrado fácilmente, aunque ahora no me dejan alejarme demasiado. Casi que mejor, porque mi orientación es una cualidad nula, y si me pierdo en una gran ciudad que conozco, con sus calles rectas, cómo no perderme en un bosque.

Bueno, sigo con el día, porque empiezo a divagar. Continuamos andando sin rumbo hasta que me di cuenta de que íbamos sin rumbo. Se limitaron a mirarme con cara de cachondeo (les debo de parecer una payasa, porque siempre se están riendo de mi) y Alexander me explicó amablemente que sí que teníamos un rumbo, porque cada ciudad emite un resplandor mágico de distinto color que permite a todo ser mágico o a todo mago iniciado (no es lo mismo) saber el nombre de la ciudad y a qué distancia se encuentra del receptor de la emisión de color (vamos, que es una especie de cartelón sobrenatural que se ve a kilómetros de distancia). Nos dirigimos a Kaiopksuhnm (impronunciable) porque es el resplandor más cercano y porque a lo mejor logramos que nos admitan en una caravana que vaya hasta Daoles, ciudad portuaria donde podremos coger un barco para llegar al continente donde está Esalrtes. Para situarnos: el continente en que estamos se corresponde con Europa y vamos a América. Más concretamente, estamos en el norte de Italia y debemos ir al oeste de Francia a coger un barco a Charleston (EEUU) para llegar a Atlanta. Todo esto ANDANDO.

Cuando le pregunté a Alexander cómo sabía tanto me dijo que se lo había contado Robert. Y cuando pregunté a Robert, me miró como indignado y se limitó a responder que porque ha estudiado. Me tuve que tragar el preguntarle dónde ha estudiado esa clase de cosas, porque me dio la sensación de que ya había agotado su cupo diario de conversación. Pero me he prometido a mí misma que le sacaré más cosas.

Bueno, por lo menos Alexander (¿he dicho ya lo increíblemente guapo que es?) sí me dio conversación y me enteré de que, a mi ritmo, llegaremos a la ciudad dentro de dos días. A mi ritmo, já, como si yo fuera pisando huevos. Entre las comidas, mis momentos de intimidad, mi conversación con el árbol y que me he perdido, nos hemos retrasado sólo dos horas. Aunque ahora que lo pienso, en teoría los vampiros son increíblemente rápidos. ¿Qué velocidad alcanzarán? Se lo preguntaré mañana a Alexander (me reservo a Robert para las preguntas sobre Esmtezlia) pero ahora me voy a dormir, que menudo día.